Esto va de los libros que leo, de los que me gustan y también de los que no.

lunes, 16 de febrero de 2009

Twilight, Stephenie Meyer

Me la han colado, los capitalistas son muy malos, que diría el Gran Wyoming. Pero a base de bien.

Que el consumo de ocio a día de hoy se construye a base de campañas de marketing desmesuradas y falsas es algo que a nadie debiera de asustar, y a mí, desde luego, no me asusta, todo lo contrario: me suena a música celestial. Siempre que me preguntan, por ejemplo, me reafirmo en que a mi me gusta el cine palomitero, el de pensar poco y disfrutar mucho. No pasa nada porque la película no deje poso y se olvide nada más salir del cine, siempre y cuando uno se lo haya pasado teta. De hecho, y, aunque en ocasiones pueda disfrutar de una película algo más compleja, si a priori me dejan elegir desde luego prefiero a Spiderman antes que a Bergman. Maneras de vivir.

Ahora bien, como dicen aquí en Inglaterra, enough is enough. Todas y cada una de las estanterías de todas y cada una de las librerías lucen bien vistosas con tres o cuatro de los libros de la señorita Meyer en el top 10, con comentarios que hablan del Nuevo Harry Potter o de la nueva Anne Rice, o qué se yo, del nuevo algo. Como uno es bastante canelo y crédulo, finalmente decide que su instinto seguramente esté equivocado, que no puede ser, y que, en definitiva, no puede dejar pasar este nuevo hito de la cultura pop occidental. Faltaría más, a ver de qué hablamos luego en los círculos artísticos, ¿no? Y como además aquí al pardillo que escribe la fantasía y el terror siempre le han gustado en cualquiera de sus formatos, es sencillamente lógico llegar a la conclusión de que antes o después uno acaba entrando en Amazon y pulsando clic donde no debe. Luego nos llevamos las manos a la cabeza, claro.

¿Cómo resumir el libro en dos palabras? Un coñazo. ¿En tres mejor? Un soberano coñazo. Y una cursilada. Y un insulto para la inteligencia del lector. Y que no me venga nadie con aquello de que se trata de una novela para “jovenes adultos”, que no me la cuelan. Tambien es para “jovenes adultos” Slam, de Hornby, o Harry Potter, o que se yo, tantos y tantos libros, habidos y por haber. Y no son infames con i de infames.

Mi indignacion tiene diversos motivos o razones, a saber:

a) Me engañan vilmente con la temática del libro. Me dicen en la contraportada que es una novela de vampiros y de terror, emplazada en un instituto de secundaria. Mentira cochina. Es una novela de adolescentes enamorados y estupidizados, a lo Danielle Steeele, pero con la XXXX portada en negro. No hay terror en ningún sitio, se busque por donde se busque. Ni misterio. Ni fantasía. Ni na de na. Por no haber no hay ni pipas ni palomitas.

b) Al ser versión original y no traducción, no le podemos echar la culpa al mensajero. Así que puedo decir sin ambajes que la forma de escribir de Meyer es simple, previsible y aburrida como una ostra. Ni sabe generar un ambiente de suspense, ni sabe hacer que te sientas identificado con los personajes (lo cual seria por otro lado difícil, dado lo bobos que son), ni, y van dos, na de na.

c) Me dejan el libro semi concluso, obviamente poniéndome en bandeja la compra del segundo volumen. Y a tenor de las estanterías de las librerías y de sus Top 10, lo consiguen. Bien por ellos, conmigo que no cuenten. Me importa un carajo si la protagonista se hace vampiro en el segundo volumen o no, o si se tiene que poner compresas especiales para resistirse al bobo de su novio vampiro. Hasta soez le hacen ponerse a uno, estos chorizos.

Por lo que he tenido oportunidad de leer, la película es aún peor que el libro, lo cual no me sorprende. Coge a cuatro actores buenorros y buenorras, crea un guión infame basado en una novela infame, y como resultado tienes a una sarta de adolescentes que tienen que acompañar a sus respectivas novias al cine a suspirar por un sarasa con polvos de arroz. Menos mal que me ha pillado crecidito, digo yo. Por lo menos el sucedáneo no me lo colaron.

¿Lo mejor del libro? Que no es muy largo, y que me salió razonablemente barato al comprarlo por Amazon de segunda mano (al menos los perpetradores de este timo no verán un duro mio, o, mejor dicho, no verán ni un duro de mas). Y que se lee muy rápido, de lo simplote que es. Y que al ser tan malo no te deja ningún lugar a dudas sobre si tienes que leer la segunda parte o no.

Desde el Codigo Da Vinci no me la clavaban igual, la verdad. En aquella ocasión quedé tan tocado que dejé de leer novelas de Templarios y confabulaciones judeomasonicas, que por aquella época me gustaban bastante. No se si esto es también el principio del fin de mi gusto por la literatura fantástica. Por si las moscas, me he comprado tres libritos de Hornby para desintoxicarme. A ver si lo consigo.