Vamos a ver si escribimos reseñas de algunos libros que tengo atrasados, que ando bastante perezoso últimamente. Tras leer The Curse of Chalion, o mejor dicho, según lo estaba leyendo me di cuenta de que lecturitas ligeras como esa son un buen antibiótico contra la deprimente primavera Londinense (comparado con Marzo, Abril fue un mes terrible de lluvias, viento y demás productos de la tierra). Así que acudí a mi buen amigo Amazon y me compré la secuela, que no sólo fue finalista del Hugo, sino que lo ganó en la edición en la que se presentó. Si me pareció raro que el anterior ganase este antaño prestigioso galardón, lo de esta continuación es de juzgado de guardia. Los del Hugo para mí tienen menos credibilidad que Eurovisión, no digo más.
Paladin of Souls es como The Course of Chalion, pero en bastante peor. En lugar de apalancarse en personajes interesantes como los de la primera entrega, aquí de lo que se trata es de convertir a un personaje ciertamente pusilánime del primer libro (Ista, la madre de la Reina) en una especie de heroína con superpoderes. Lois, deja el peyote, no te sienta nada bien.
Algunos de los motivos por los que no me gustó este libro y por lo que no se lo recomiendo a nadie, ni siquiera a los muy fans de la temática de mandobles, como le mola a Albert que la defina:
- En lugar de intrigas políticas, que era donde estribaba buena parte del encanto de su predecesora, aquí la autora se tira por la vena mística religiosa, contándonos la historia de todos los dioses de la región, y en concreto un par de ellos que para más inri se les aparecen a los personajes principales cada quince páginas. Eso por no hablar de los milagros que comete aquí todo cristo, igual, cada quince páginas, pulsando CTRL+F2, vamos, que por momentos esto parece más un Evangelio del Nuevo Testamento que una novelilla de aventura épica. Lo dicho, las experiencias psicotrópicas están bien, pero en la intimidad, como el Catalán de Aznar.
- En línea con lo anterior, lo del peregrinaje de ermita en ermita que se marca la amiga Ista en la primera novela no tiene ni sentido, ni justificación, ni sal ni pimienta.
- La magia, que en el primer libro tenía un papel razonablemente discreto, aquí se nos va de las manos también. Muertos que resucitan, una posesión de demonio por cada tres cabalgatas, Santos que recogen energía mística y la lanzan como si de Son Gohanda se tratase, y demás excentricidades que convierten la historia en algo bizarro que pasa página a página por delante de los ojos del estupefacto lector sin dejar más huella que un ceño fruncido y una ligera pero intrascendente sensación de estar perdiendo el tiempo.
- La protagonista es muy sosa. Qué le vamos a hacer.
- Los malos de la peli son un poco de coña también. Unos pérfidos bárbaros que vienen desde tierras lejanas y que traen a una princesa que embruja en una noche al señor del castillo… un poquito de por favor. Las mil y una noches son mil y una, no mil y dos.
Vamos, que no merece la pena enrollarse mucho más. Sigan mi consejo y pierdan el tiempo con alguna otra cosa, que les cundirá más. Siempre y cuando no sea Twilight, claro J.
PD: hablando de vampiros. Lean/vean el libro/película Let The Right One in. La película en concreto es de lo mejorcito que aquí su humilde servidor ha visto en una temporada larga.
Hello world!
Hace 3 meses
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