Esto va de los libros que leo, de los que me gustan y también de los que no.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Pesadilla Antes de Navidad, Alejandro Serrano

Ahí estaba, observándole, expectante. Cierto, estaba al otro lado del acuario, pero el reflejo cruel en los ojos del tiburón decían algo completamente distinto, y fue entonces cuando un escalofrío que empezaba en las puntas de los dedos de los pies se extendió lenta pero inexorablemente por el resto de su cuerpo. Alberto ya no sabía quién estaba a qué lado del acuario (¿pecera?), y la boca del escualo parecía que se iba a cernir sobre él de un momento a otro…

¡Pasadle por la quilla, al muy rufián! El pirata, con cara de pocos amigos y garfio de menos aún, no se andaba por las ramas. Antonio no recordaba muy bien qué había hecho, que letal pecado había cometido, qué código de honor violado o doncella… ¡menos lobos! Pero estaba muy, pero que muy claro que los due;os de las aletas que se veían allí abajo, mecidas por un oleaje negro y frío a la par, no se iban a entretener mucho en explicárselo. La punta del sable del corsario acariciaba ya su ombligo, y dos opciones quedaban nada más… saltar de una pieza o saltar desangrándose, para jolgorio de sus amigos los de los dientes afilados…

La cuchilla se estaba acercando poco a poco, bailando al son del reflejo de la luna. Atado de pies y manos, Fermín recordó aquel cuento de Poe y se preguntó si habría algún inquisidor al otro lado de la puerta, o si vendrían los franceses a rescatarle. O si la cuchilla, en este baile desgarrado (no, desgarrado no – ¡maldita sea, no pienses en ello!) pondría fin a lo que hasta ayer había sido una vida plena, corta, pero intensa y, sobre todo, divertida y feliz. Pero ese ruido en la puerta… ¿toc toc? ¿Los franceses, entonces…?

¡Alberto, arriba, no seas perezoso!

¡Antonio, que vienen las burras de la leche!

¡Fermín, vamos, los regalos!

Los tres se despertaron al unísono. Tras la ventana se veía nieve en Getafe, el sol brillaba radiante, y era día 25. Navidad.

Pesadilla Antes de Navidad

Feliz Navidad a todos y Próspero A;o Nuevo!!

viernes, 19 de junio de 2009

Farewell, My Lovely, Raymond Chandler

Prácticamente todo lo que en su día escribí de The Big Sleep aplica igualmente a esta novela, por lo que esta va a ser una entrada más bien cortita, que estamos a viernes. Una vez superado el impacto inicial que me produzco aquella (el estilo, el género, la trama, los clichés noir), el regusto que deja esta segunda es incluso aún mejor, como los buenos maltas. Conforme uno se va dando cuenta de que lo de la primera novela del señor Chandler no fue fruto de casualidad y de que es muy capaz de mantener el nivel o incluso incrementarlo en obras posteriores, mi admiración por el autor no hace más que crecer y crecer. En lo que a mí concierne, que por otro lado es de lo que he venido a hablar aquí, de mi libro, Farewell My Lovely es incluso mejor que The Big Sleep. La trama está mejor hilada, con más continuidad y, más importante aún, menos giros de dudosa credibilidad. Con un final que esta vez sí tiene todo el sentido del mundo y que cierra la novela de forma sublime, o mejor dicho, redonda.

Y es que una vez leídas dos, me da la impresión de dos o cuarenta la estructura de las novelas del autor tiende a ser circular, empezando en un punto (típicamente un personaje, en este caso Moose Malloy, en The Big Sleep Carmen), y siguiendo el comportamiento de una peonza: según se desencadena el primer golpe inicial, la trama va girando poco a poco, en círculos cada vez más amplios, y complicando la trama hasta que ese primer punto de partida se pierde totalmente de vista, oculto por tramas secundarias que en el fondo no lo son tanto, sino agregados que contribuyen a enraizar la investigación y hacerla lo suficientemente interesante como para que sobre ella se escriba una novela. En la parte final del libro, lenta pero inexorablemente, antes de que la peonza pierda toda tracción y se deposite impotentemente en el suelo, el autor vuelve siempre a ese personaje inicial, que resulta ser la clave que da sentido a todo lo hasta entonces relatado. Y en cuatro o cinco páginas, al final del todo, se resuelven todos los dilemas pendientes, y el bueno de Marlowe hace un par de reflexiones de cara al tendido, cigarrillo y petaca en mano como mandan los cánones.

La trama, tratando de no destripar nada al que se anime a una sesión de Bourbon, consiste fundamentalmente en el desarrollo en paralelo de dos casos distintos: un asesinato por parte de un gigantón, en presencia de Marlowe, y otra muerte, en este caso de un snob que contrata al protagonista para realizar el pago de un rescate por unas joyas. Todo ello aderezado de la típica pelirroja, la típica rubia que quita el hipo, un gangster con su timba en su barco, un psiquiatra de lo más turbador, una abuela alcohólica que busca en el fondo de un vaso de ginebra tiempos mejores, y un par de sabuesos, uno listo y otro tonto hasta decir basta.

En definitiva, otra muy buena novela negra que no aporta demasiado respecto a la anterior, ni maldita falta que le hace. Lo bueno, si dos veces, dos veces bueno.

jueves, 11 de junio de 2009

Robert N. Charrette – Just Compensation

Uno de los más gratos recuerdos que tengo en lo que refiere a disfrutar con un libro me hace remontarme a más de diez años atrás, cuando mis padres me regalaron en la feria del libro de Madrid el primer volumen de la trilogía Secretos del Poder, de Charrette: Nunca Pactes con un Dragón.

Pecadillos de juventud, no cabe duda. Aquél libro me hizo descubrir el mundo Shadowrun, que hasta aquel entonces para mí, pertinaz aspirante a freak de los de juegos de rol del estilo de D&D o Lord of he Rings, no era más que otro potencial universo fantástico por descubrir. Siempre había sido un fan de la ciencia ficción, probablemente como evolución lógica desde la saturación por la fantasía épica según vas cumpliendo años y también influenciada por ese, gran momento en el que tus padres te regalan un Spectrum, marcándote por siempre jamás. Pero si rebuscamos un poco en el baúl de los recuerdos lo cierto es que hasta entonces no había encontrado ningún libro de ciencia ficción con el que disfrutase de verdad de la buena, de la de hincharse a pipas saladas hasta que te escuecen los labios. Cierto, había devorado unos cuantos ejemplares de William Gibson, el gurú del Cyberpunk, y aunque el mundo que presentaba este señor era de lo más atrayente y sugestivo, la realidad es que su prosa me parecía en muchos casos más un brindis al estilo y al crítico que un regalo para el lector. Un plasta, vamos, en lenguaje llano del que se entiende. Después, con los años, me he dado cuenta de que cometí un craso error de juicio y de que buena parte de los libros que por aquel entonces me chiflaban del género no dejaban de ser banales, de estar mal escritos y de no sostenerse se cogiesen por donde se cogiesen. Y el señor Gibson, por otro lado, escribe muy bien, todo hay que decirlo.

Sin embargo, Nunca Pactes con un Dragón nunca me decepcionó, ni en su momento ni restrospectivamente. Quiero recordar que en su momento leí hasta tres veces esta primera novel a protagonizada por Sam Verner, en la que se presenta un futuro dominado por Corporaciones (la mítica Renraku Corporation) en el que los Estados como los conocemos ahora no existen, algunos humanos han mutado en pseudo especies como Elfos, Enanos y Orcos, y la magia y los dragones han vuelto para quedarse. En definitiva, se escenificaba en un tocho de quinientas páginas el universo Shadowrun al completo (un juego de rol de ciencia ficción basado en las premisas anteriormente citadas), dotando además a esta ambientación de una trama que te cogía y no te soltaba desde la primera página, zarandeándote incrédulo pero expectante ante un mundo de tecnología carente de credibilidad pero apasionante a la vez. Johny Mnemonic, la película, refleja razonablemente bien el mundo al que me refiero. Lástima que el argumento sea cutre como pocos.

No estoy chalado, aunque lo parezca: mi amigo Chus, una de las personas cuyo criterio en lo que refiere a libros más respeto, y que a día de hoy, como es funcionario y tiene tiempo libre, se dedica a leer libros de filosofía y sociología (Nietzche y demás cosas para valientes), opinaba en su día y opina ahora lo mismo que yo. De ahí mi excitación cuando navegando por la red descubrí que el total de novelas Shadowrun no fue tres, sino más de cuarenta, y que, además de la citada trilogía, el señor Charrette había escrito al menos otros dos ejemplares, Just Compensation uno de ellos.

Una de las bondades de vivir en Londres es que Amazon te cobra muy poquito por los gastos de envío, y en el mercado de segunda mano todo, absolutamente todo, está disponible por cuatro duros a tiro de clic. Un mercado de pulgas, vamos. Y así, en dos días, tuve entre mis manos un apéndice de uno de los tótems de mi adolescencia, con su papel amarillo y su tapa malucha de papel agrietada, como mandan los cánones.

Como no podía ser de otra forma, el libro es más de lo mismo. Y como no podía ser de otra forma, disfruté como un enano todas y cada una de sus páginas. The Matrix (entendida como una red de información), los Deckers, los orcos con su jerga (parece que todos mutaron en una aldea canija de Irlanda a la vez) y sus implantes, Elfos fascinantes, aceleradores de reflejos y nanotecnología que dotan de velocidad extraordinaria a Shadowrunners que, desde la clandestinidad, toman ventaja de los agujeros del sistema para sobrevivir o lucrarse, según las posibilidades de cada uno… hágase usted a la idea. Y claro, definitivamente, esto no es literatura, ni mucho menos.

Viendo la ilustración de la portada (me ahorro la descripción) eso ya lo sabe uno, no hace falta ni abrir el libro. Es la antítesis de literatura como la describen los señores esos mayores con barba. Pero bien es verdad que hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una lectura ligera, y bien es verdad igualmente que en cuanto lo terminé lo primero que hice fue entrar en Amazon para comprar el otro libro del autor. Y es que Charrette tiene la inaudita capacidad de hacer creíble (dentro de las limitaciones obvias que marca un mundo de Orcos y Elfos) esta realidad alternativa a tiro de piedra en la que los Estados Unidos se han fragmentado, la moneda de cambio es el nuyen y los hechiceros y los dragones copan los círculos de poder, y es que digo yo, donde esté un elfo que se quiten Botín y Florentino… ¿no?

Igualmente, el argumento no tiene mucho sentido explicarlo aquí: la cosa va de confabulaciones para derrocar a un gobierno, apoyadas por una corporación con intereses turbios y con dos hermanos, un Decker y un militar, que se arrejuntan años después de una forma un tanto original. Dicho así suena a cosa estúpida, y probablemente lo sea. Pero vamos, que lo que es yo… que me lo pasé como un enano, oiga.

jueves, 28 de mayo de 2009

The Big Sleep, Raymond Chandler

En ocasiones uno tropieza con una novela por mera casualidad, por un comentario esporádico de un buen amigo en cuyo gusto literario más o menos confiamos o por una reseña en un periódico. En otras ocasiones no es tanto la novela lo que descubrimos, sino el propio autor, lo cual es mucho más satisfactorio porque abre la puerta de par en par a un paraíso en forma de obra virgen por descubrir. Más o menos algo así me sucedió con Hornby, y este blog debiera ser prueba suficiente de la satisfacción que a ese descubrimiento concreto le debo.

Es menos habitual descubrir un género por casualidad. Pero lo cierto es que con esta novela de Chandler es esa sin lugar a duda es la forma más apropiada de describir mi experiencia. No se trata tanto de descubrir un autor con un estilo apasionante, o una novela como es el caso en la que el argumento da vueltas y vueltas atrapando al lector en una espiral que no le deja reposar el libro y sustituirlo por la almohada. Se trata sobre todo de descubrir la novela negra por primera vez, y de quedarse estupefacto ante el espectáculo de fuegos artificiales que conlleva. Vamos, que me han fichado en el mercado de primavera, futbolísticamente hablando.

En efecto, creo que este es el primer libro de novela negra propiamente dicha que he leído nunca. Novelas de detectives sí, en forma de Sherlock Holmes, y también thrillers de estos de Michael Crichton o Ken Follet de devorar en tumbona con la playa de fondo. Pero el ambiente asfixiante de esas películas de Bogart en blanco y negro, de esos gangsters imponentes que regentan casinos y de esos asesinatos a sangre fría con bloque de cemento incluido, a la sombra de un Buick negro y con perfume a tabaco, bourbon y gasolina… bien, en ese caso, palabras mayores, amigo.

El argumento de la novela básicamente consiste en que Philip Marlowe, un detective privado, es contratado para resolver una situación de chantaje en una familia adinerada. El chantaje resulta no ser tal, y aunque el caso podría dejarse por cerrado en las primera veinte páginas, Philip se da cuenta de que hay gato encerrado y de que hay que abrir la jaula. Evidentemente la madeja se enreda y enreda según el protagonista se va adentrando en el caso y según va recabando información de algunos personajes memorables como las dos hijas del contratante, una serie de gangsters a cual más peculiar o la impagable rubia platino. El caso se convierte en una serie de ellos que va resolviendo de forma paulatina, pero inevitablemente las hebras sueltas al tirar de ellas desembocan en nuevos ovillos hasta un final en el que, quizá de una forma precipitada, y este es el único pero que pongo a la novela, se resuelven uno a uno cual naipes retirados cuidadosamente del castillo.

Chandler nunca fue un escritor, y de hecho esta fue su primera novela, con cincuenta y tantos años. Aparte de darnos esperanzas a los que siempre hemos tenido ese gusanillo dentro, de forma material su falta de “experiencia” como escritor se refleja en una forma peculiar de escribir, seca y muy muy eficaz a la vez. Su estilo es ciertamente la quintaesencia de lo que uno esperaría de una película o novela negra, y sus diálogos, especialmente en boca de Marlowe, son impagables. El personaje en sí es una auténtica joya, duro pero noble, y con un peculiar código de honor que le busca innumerables problemas pero también le ayuda a resolverlos de una forma creíble y consecuente con el discurrir del relato. Los adjetivos son precisos, como equipo quirúrgico de hospital público pagado por todos. Los sustantivos, innumerables, americanos como ellos solos, y en muchos casos ligeramente inteligibles para el que no sea nativo, que obviamente es el caso. En cualquier caso, nunca fue necesario entender todas y cada una de las palabras de un párrafo para disfrutarlo, y las oportunidades para lo mismo aquí son infinitas.

Afortunadamente, me compré el libro en un volumen en el que vienen otras dos novelas de Chandler. Huelga decir que no me arrepiento, claro.

viernes, 22 de mayo de 2009

Paladin of Souls, Lois McMaster Bujold

Vamos a ver si escribimos reseñas de algunos libros que tengo atrasados, que ando bastante perezoso últimamente. Tras leer The Curse of Chalion, o mejor dicho, según lo estaba leyendo me di cuenta de que lecturitas ligeras como esa son un buen antibiótico contra la deprimente primavera Londinense (comparado con Marzo, Abril fue un mes terrible de lluvias, viento y demás productos de la tierra). Así que acudí a mi buen amigo Amazon y me compré la secuela, que no sólo fue finalista del Hugo, sino que lo ganó en la edición en la que se presentó. Si me pareció raro que el anterior ganase este antaño prestigioso galardón, lo de esta continuación es de juzgado de guardia. Los del Hugo para mí tienen menos credibilidad que Eurovisión, no digo más.

Paladin of Souls es como The Course of Chalion, pero en bastante peor. En lugar de apalancarse en personajes interesantes como los de la primera entrega, aquí de lo que se trata es de convertir a un personaje ciertamente pusilánime del primer libro (Ista, la madre de la Reina) en una especie de heroína con superpoderes. Lois, deja el peyote, no te sienta nada bien.

Algunos de los motivos por los que no me gustó este libro y por lo que no se lo recomiendo a nadie, ni siquiera a los muy fans de la temática de mandobles, como le mola a Albert que la defina:

- En lugar de intrigas políticas, que era donde estribaba buena parte del encanto de su predecesora, aquí la autora se tira por la vena mística religiosa, contándonos la historia de todos los dioses de la región, y en concreto un par de ellos que para más inri se les aparecen a los personajes principales cada quince páginas. Eso por no hablar de los milagros que comete aquí todo cristo, igual, cada quince páginas, pulsando CTRL+F2, vamos, que por momentos esto parece más un Evangelio del Nuevo Testamento que una novelilla de aventura épica. Lo dicho, las experiencias psicotrópicas están bien, pero en la intimidad, como el Catalán de Aznar.

- En línea con lo anterior, lo del peregrinaje de ermita en ermita que se marca la amiga Ista en la primera novela no tiene ni sentido, ni justificación, ni sal ni pimienta.

- La magia, que en el primer libro tenía un papel razonablemente discreto, aquí se nos va de las manos también. Muertos que resucitan, una posesión de demonio por cada tres cabalgatas, Santos que recogen energía mística y la lanzan como si de Son Gohanda se tratase, y demás excentricidades que convierten la historia en algo bizarro que pasa página a página por delante de los ojos del estupefacto lector sin dejar más huella que un ceño fruncido y una ligera pero intrascendente sensación de estar perdiendo el tiempo.

- La protagonista es muy sosa. Qué le vamos a hacer.

- Los malos de la peli son un poco de coña también. Unos pérfidos bárbaros que vienen desde tierras lejanas y que traen a una princesa que embruja en una noche al señor del castillo… un poquito de por favor. Las mil y una noches son mil y una, no mil y dos.

Vamos, que no merece la pena enrollarse mucho más. Sigan mi consejo y pierdan el tiempo con alguna otra cosa, que les cundirá más. Siempre y cuando no sea Twilight, claro J.

PD: hablando de vampiros. Lean/vean el libro/película Let The Right One in. La película en concreto es de lo mejorcito que aquí su humilde servidor ha visto en una temporada larga.

jueves, 7 de mayo de 2009

The Curse of Chalion, Lois McMaster Bujold

Siempre, desde muy canijo, he sentido especial predilección por la novela fantástica en sus dos vertientes más habituales: la ciencia ficción y la fantasía épica. Si bien la ciencia ficción es como los buenos vinos y se degusta habitualmente mejor con la edad, lo cierto es que no sucede en muchos casos lo mismo con nuestros amigos los elfos, enanos y goblins de turno. Muchas veces según uno cumple años se empieza a plantear si realmente sigue disfrutando de estos libros, con obvias excepciones, por supuesto, ya que cualquier persona disfruta con el Señor de los Anillos, aun cuando probablemente un chaval a día de hoy prefiera entretenerse con la adaptación de Peter Jackson (magnifica, por otro lado) en lugar de enfrentarse a los tres mamotretos de la estantería del abuelo. Ellos se lo pierden, claro.

Como decía, de canijo devoraba prácticamente en exclusiva este tipo de libros: Dragonlances en sus infinitas iteraciones, Ruedas del Tiempo, Melniboné, Puertas del Caos o de la Muerte, Elfos Oscuros… así, estanterías y estanterías (no exagero) en mi dormitorio. Con la edad, uno se da cuenta de que no es oro todo lo que parece, y que en el fondo, si somos pragmáticos, bien se podría interpretar que hemos perdido muchas horas de nuestra vida leyendo pasquines totalmente pueriles y de muy baja calidad. Otra cosa es que el pragmatismo y la tristeza suelan ir asociados, y que como muy bien sabe cualquiera con dos dedos de frente el camino se hace al andar, y si se disfruta caminando se disfruta llegando. El que quiera pasarse su vida leyendo sólo libros sobre como arreglar el mundo, o su empresa, o su portátil o su coche, allá él. Le respeto, pero no le entiendo.

Divagaciones de jueves aparte, el caso es que hace cosa de mes y medio The Curse of Chalion cayó en mis manos. Lo último que había leído de esta temática de castillos y mandobles había sido Canción de Fuego y Hielo, una serie de novelas de George RR Martin que recomiendo encarecidamente a cualquiera, le guste este tipo de literatura o no. De eso hace tiempo ya, porque el señor Martin es un perezoso y no acaba de terminar el quinto libro de la serie, y hasta entonces no me había animado a retomar travesuras de juventud. The Curse of Chalion tenía buenas críticas, fue finalista del premio Hugo y ciertamente tenía una descripción en contraportada de lo más sugerente, así que me dije: ¿por qué no? No sólo de Hornby vive el hombre, al fin y al cabo.

El libro no es una obra maestra, no nos llevemos a engaño, si bien se deja leer. Se trata de una pseudo adaptación de la historia de Castilla y Aragón cuando Isabel y Fernando (Iselle y Bergon aquí) eran jóvenes, salpicándolo con una pizca de magia, otra de perejil y mucho trote de caballos de un lado para otro. No nos engañemos, el contexto histórico no es más que una escusa de la autora para no sentirse culpable por haber estudiado un Master de Historia de España durante dos años, que me imagino que pagarían sus padres… en cualquier caso, el encanto del libro radica en el personaje principal, Cazaril, un lisiado que sirve de mentor a la joven princesa y que es poco más o menos como Mc Gyver, arregla todo lo que le cae en las manos. El personaje es entrañable y la autora hace trampas para que te encariñes con él, como marcan los cánones del género.

Repitiéndome cual cabeza de ajo: a pesar de no ser ninguna joya, ni de tener un estilo magnífico, ni unos personajes inolvidables, ni nada de nada, el libro se disfruta bastante en casi la totalidad de sus páginas, y la lectura me resultó ciertamente amena. La autora tiene el suficiente sentido común como para no abrumarnos con magia o espada, y en su lugar se concentra mucho más en las intrigas y política de palacio, componiendo así un relato mucho más cercano al lector de lo que en un principio hubiera podido pensarse, no tanto porque uno esté acostumbrado a mandar, que no es el caso, sino porque pasiones (que no pecados) como la avaricia, la lujuria o el ansia de poder son universales y, de una forma u otra, están presentes en el día a día de todo hijo del vecino.

Otro elemento interesante de la novela es la base teología que se inventa la autora para este alter-ego de nuestra querida España. Aunque los dioses no intervengan de forma particularmente significativa en el discurrir del relato, siempre están presentes y en ocasiones interpretar un determinado pasaje o capítulo conforme a su participación en el mismo puede dar lugar a interpretaciones distintas del relato. No tiene mucho sentido divagar sobre las mismas aquí, pero si alguien se anima con el libro, le invito a prestar atención a este aspecto.

Y poco más. Finalista del Hugo… bien, digamos que aquel año no se debió presentar gran cosa, si no no me lo acabo de explicar. Y por lo demás, un saludable soplo de aire fresco en forma de entretenimiento gratuito porque sí, L’oreal.

lunes, 6 de abril de 2009

Reflexión volumen 1

Peter Doherty de fondo, a pint of Carling, filete de los que resudan sangre,

Y sin embargo, poca cosa.

Amigos de los buenos a los que vas a ver en dos semanas, o en una,

O en un cochino martes de los que tienen grandeza y brillan.

Y sin embargo, poca cosa.

Hiro Nakamura, y otra pint of Carling, y tres canales porno en estéreo,

Playstation 3, billar, codillo, llámalo X. O Y.

Planes hechos para ma;ana, la próxima semana, el próximo mes.

Y la cuenta del banco razonablemente bien, tinta negra que no roja,

Y sin embargo, poca cosa, muy poca cosa.

Demasiada poca cosa.

Éxitos ajenos que te alegran, y fracasos ajenos que resultan ser éxitos,

Y que prueban ser la mayor alegría del mundo, la quintaesencia de algo,

De algo grande, asquerosamente grande. De algo que no acabo de apreciar,

pero en lo que creo. Tengo que creer. Debo.

Y parece poco, pero en el fondo, si te pones a pensarlo, sigue siendo poca cosa.

Demasiada poca cosa.

Y sabes que es poco, pero es. Poco es más que nada. Nada es menos que algo.

Algo es menos que todo.

Y a veces todo es demasiada poca cosa.


PD: Afortunadamente, la inmensa mayor parte de las ocasiones poca cosa es más que suficiente. Agunas otras no.

lunes, 30 de marzo de 2009

How to be good, Nick Hornby

Y con esta entrada terminamos la etapa “Hornbyniana” del blog, ya que How to be Good es la única novela que todavía no había tenido entrada en el mismo. Aunque Hornby tiene editados unos cuantos libros de recopilación de artículos de diversas materias, de momento no me siento especialmente inclinado a hincarles el diente… básicamente se trata en su mayoría de críticas de discos y libros que, si bien probablemente sean interesantes y estén bien escritas, a día de hoy no me acaban de convencer lo suficiente para hacer click a mis amigos de Amazon.

Y tristemente, cerramos el ciclo con la novela que menos me ha gustado del autor. Probablemente me acusarán ustedes de misógino, pero creo que la razón de que el libro no tenga el mismo encanto que los anteriores es que la protagonista del mismo es una mujer. Y maticemos esto, porque buena parte de los personajes geniales del autor que he descrito en entradas anteriores eran mujeres, adolescentes, madres o hermanas – Jess en A long way Down, la madre del protagonista de Slam o las múltiples novias a las que Rob hace la vida imposible en Alta Fidelidad. Son grandes personajes todos ellos, maravillosamente matizados y con una energía arrebatadora en la mayoría de los casos. Sin embargo, como eje central de su obra, Hornby necesita a alguien patético y entrañable a la vez, y en ocasiones da ligeramente la impresión sólo es capaz de definir esas características con nitidez cuando utiliza para ello un personaje masculino, probablemente porque riéndose de ellos de alguna forma se está riendo de sí mismo. Hasta el ejemplo de hacer una autobiografía como Fever Pitch en la que él mismo parece un personaje más.

Katie, a pesar de un inicio absolutamente arrebatador en el que deja a su marido por teléfono en un garaje porque sencillamente según está hablando con él se da cuenta de que no le soporta más (demos gracias que leí el libro hace un mes y no hace dos semanas), no cuenta con todas las características necesarias para todo ello, y despega sus alas sólo a medias en la novela. Su marido, claramente el imperfecto -Hornby- de la familia, es el que arranca sonrisas al lector, y el que le empuja a pasar una página tras otra. Él y un chiflado hippie al que conoce, o los dos hijos de la pareja. Sin embargo, Katie es la narradora, es la que lleva el peso del libro, y es la que le da consistencia y continuidad. No diré yo que no sea un buen personaje, sencillamente no es memorable como el resto de los protagonistas del buen amigo Nick. Y en el país de los ciegos, el tuerto es el rey, o todo lo contrario.

Tampoco nos llevemos las manos a la cabeza: el libro es entretenido, y se deja leer con ganas. Bastante más agridulce que sus primos segundos, probablemente esa carencia del optimismo derrochador de a Long Way Down o de High Fidelity, aunque mostrado de forma paradójica y en muchos casos ambigua, es lo que menos me acabe de convencer. Los happy ending de otras obras no se repiten aquí, y bastante mal está el mundo como para que nos privemos también de las pocas historias que nos hacen sonreir al final, rebañar en el cubo de palomitas y enfilar hacia el centro comercial a comer unos Nachos. No podemos ni debemos prescindir de esos pequeños detalles, en mi opinión. Bastante hablan ya de la crisis en la 2.

Por lo demás, más de lo mismo: emplazado en el Norte de Londres, familia de clase media que, en este caso, no tiene ningún problema para llegar a fin de mes, familia desestructurada pero sin tintes dramáticos, y diálogos geniales cada dos o tres páginas. Vintage Hornby, aunque un poco peor.

viernes, 27 de marzo de 2009

Leviathan, Paul Auster

Paul Auster rara vez defrauda, al menos en mi opinión. Y eso que mi opinión no es la del típico seguidor de Auster, que considera Trilogía de Nueva York una obra maestra y menosprecia Brooklyn Follies por simple. De hecho, mi novela favorita del autor es esta última, y su supuesta obra magna me aburrió y me pareció ciertamente pretenciosa. Leviathan se acerca más a la primera en cronología (data de 1992), y más a la segunda en espíritu.

En cualquier caso, todo lo que he leído suyo desde entonces no me ha dejado indiferente, y Leviathan se ciñe al cien por cien a esa tónica. El argumento se rige por un recorrido por la vida de un escritor que evoluciona desde la simple excentricidad que caracteriza al artista común hacia unas tendencias paranoicas que le terminan convirtiendo en algo completamente distinto, hasta el límite de finiquitar, de forma literal, su ajetreada vida (no desvelo nada del libro, que no cunda el pánico - el protagonista muere en la página dos). Hablar más del argumento tendería a destrozar una obra que por otro lado no es especialmente conocida. Así que hasta aquí puedo leer.

Todo ello visto no en primera persona, sino desde la perspectiva de su mejor amigo, también escritor, de tal forma que el relato es en cierta moda una autobiografía de ambos personajes, discurriendo las experiencias, personas y personajes comunes de ambos de forma paralela en ocasiones y entremezclándose en una espiral en otras. Como casi siempre en este tipo de novelas que parten de personajes sin excesivo brillo que sin embargo son llevados a situaciones y vidas excepcionales, una serie de inesperados acontecimientos, puntuales pero radicalmente definitivos, alteran su vida de forma trascendental, y con ello convierten la experiencia de leer el libro en algo distinto y atractivo para el lector. Me gusta esta forma de elaborar una historia, tan propia de autores como Auster o Mc Ewan.

Otro elemento que me interesa del libro, y del que también es partícipe buena parte de la obra del autor, es su forma de acercarnos a personajes especialmente cultos, de clase media acomodada en muchas de las ocasiones, y con vidas tan bohemias y distintas de las nuestras, sin que se experimente por parte del lector ningún choque o chirrío. Y es que personajes como los descritos en Leviathan son probablemente muy habituales en el entorno de Auster, en sus tertulias y cenas, en sus grupos de amigos y compañeros de profesión. Pero ciertamente no lo son en el mío, y probablemente tampoco en el tuyo. Es por eso que permitir que uno se sienta cómodo y nada desplazado leyendo sus peripecias me parece una pequeña pieza de orfebrería no al alcance de cualquiera. La credibilidad de los personajes y de sus reacciones es para mí el punto fuerte del libro.

Por lo demás, el estilo de Auster, como es habitual, es exquisito y eficiente a la vez. No se recarga, ni se hace complicado de leer, sin caer en el simplismo de Dan Brown o de cierta novela de vampiros de cuyo nombre ciertamente no quiero acordarme. Nada que decir al respecto que no se haya dicho ya en tantos otros sitios, en cualquier caso.

En definitiva, un buen libro. Probablemente no una obra maestra, y seguramente no el mejor del autor. Me gustaron más Brooklyn Follies o The Book of Illusions, ciertamente. Lo cual no lo hace menos recomendable, claro.

jueves, 12 de marzo de 2009

Fever Pitch, Nick Hornby

Genial, sencillamente genial esta pequeña joya. Aquí en el Reino Unido es razonablemente habitual encontrar todo tipo de libros que tratan el mundo del futbol desde muy diversas perspectivas: infames biografías de jugadores aún en activo (algunos de ellos empezando sus carreras, como Wayne Rooney que tiene ya contratadas tres truños ¡para los próximos diez años!), igualmente infames biografías de jugadores retirados, alguna pequeña joya de alguna leyenda del futbol que además resulto saber escribir, historia y gloria de clubs, historia de campeonatos, etc. etc. etc. Y todos ellos venden como churros porque, como cualquiera que haya vivido algún tiempo aquí sabe muy bien, en el Reino Unido futbol es ley. Para eso lo inventaron, que digo yo.

Fever pitch (fiebre en las gradas?) es algo completamente distinto. Se trata de un repaso autobiográfico del autor en el que cada capitulo, de entre 4 y 15 paginas como máximo, gira en torno a un partido de futbol o un momento concreto de algún campeonato, ligándolo y enlazándolo Hornby con cómo era su vida en aquel momento dado, y cómo estos acontecimientos le afectaron y definieron como la persona que es hoy. Así de sencillo, de un plumazo recorremos los últimos treinta años de historia futbolística de Inglaterra, desde la perspectiva de un aficionado del Arsenal, y por el mismo precio leemos una biografía de calidad del autor que incluso para un no fan de este género resulta ser de lo más agradable de leer.

Hornby es un autentico fanático del Arsenal, además de fanático (a secas) del fútbol en general. A lo largo de la novela (¿de nuevo, es en realidad una novela?) nos enfrenta a situaciones a cual más patética, entrañable y, en muchos casos, emotiva a la vez que se van sucediendo una tras otra. Yo, aficionado del Real Madrid, no soy ni muchísimo menos tan forofo de mi club como Hornby es del suyo, y desde luego, nunca he tenido carnet de socio. Sin embargo, buena parte de los sentimientos, iras y alegrías que él experimenta son en definitiva universales al incomprensible e inimitable mundo del fútbol, opio del pueblo si se quiere, pero opio sin sotana. Su forma de sugestionar a su novia para hacerla forofa del Arsenal, su relación con otros hinchas a cual mas bizarro, su… qué se yo, su inmensa alegría cuando ganan la FA cup por fin, después de tantas decepciones. Solamente he experimentado relaciones así de fuertes relacionadas con futbol una vez, con la ultima liga de Capello ganada contra el Mallorca, y lo cierto es que queda a años luz de algunas de las cosas que Hornby describe. ¿Cómo alguien tan leído y con una cultura tan amplia puede ser tan irracionalmente fanático del futbol a la vez? ¿Cómo puede un científico decir que cree en Dios? Y sin embargo… sucede. Y probablemente el mundo sea un mejor lugar por ello.

Además, aprende uno mucho más de cultura inglesa con este libro que con la mayor parte de las otras cosas que he tenido oportunidad de leer por estos lares. Geografía, historia, maneras de vivir. Y, obviamente, cultura futbolística. Uno se entera de que el Arsenal era un equipo perdedor hace 30 años, que el Liverpool es el club grande de verdad de ese país (lo han demostrado esta semana otra vez), que el Manchester ha sido siempre un equipo de quiero y no puedo (aunque últimamente sea el equipo de moda), o que el Tottenham ha sido tradicionalmente el primer equipo de Londres y el que mejor futbol hacia, el equipo elegante por antonomásia. Y descubres el mundo de la primera división, la tragedia de Heysel, Pelé y tantos otros jugadores clásicos… fútbol es fútbol, que diría Cruyff.

En definitiva, una auténtica perlita que todo amante del futbol debiera leer. Sí o sí.

martes, 3 de marzo de 2009

About a boy, Nick Hornby

About a boy, por la canción de Nirvana, que de hecho tiene una relevancia importante en la trama (como ya indiqué en un post anterior). Así que por favor, no me lo traduzcan como “un gran chico”, que me meo de la risa.

Tras Twilight ha tocado volver a los clásicos, claro. No quedaba otra, el señor Hornby al rescate. Y en plena forma, no cabe duda... bueno, en plena forma estaba cuando escribió el libro, hace un porrón de años. Otra cosa es que lo estén editando en castellano a estas alturas… en fin. El argumento de esta novela es sencillo: Will, un tipo de lo más cool que parece que se niega a envejecer como se debe y a veces no se puede tiene la gran idea de fingir que tiene un hijo para ligar con MILFs. La cosa no le sale demasiado bien, pero como premio de consolación conoce a Marcus, su paradójica antítesis: un pobre chaval de 12 años que parece la persona más mayor (en la mayoría de los casos, para mal) del mundo. Y que sin embargo es genial.

Y de cómo se forja una maravillosa relación entre ellos, y de cómo poco a poco van cambiando sus circunstancias y ellos por tanto, es de lo que básicamente va esta preciosa novela desarrollada, como no, en el norte de Londres donde Marcus y su madre con tendencias suicidas viven. Ellie, una maravillosa grunge con apetito por romper cosas, o Rachel, la nueva novia de Will, dan mucho juego en lo que es un interesantísimo ejercicio de juicio de qué es y que debería ser cool, y en qué medida nuestra edad, acunada por los estereotipos, de alguna manera acaba determinando nuestra forma de ser o, cuanto menos, de comportarnos. Y de lo difícil que en ocasiones es encontrar a alguien que cuide de ti, ya tengas doce o treinta años.

Una vez más, lo mejor sin lugar a dudas de esta joyita son los personajes y, más concretamente, los diálogos, en este caso muy especialmente los que involucran a Will y Marcus sin por ello olvidarnos de Ellie. Esta última esta especialmente genial en el capitulo en el que muere Kurt Cobain: la situación en la comisaria al final de ese mismo capitulo es sin lugar a dudas patética e hilarantes que le he leído al autor.

Tengo curiosidad por ver la adaptación al cine de la novela, en la que sale Hugh Grant. Si alguien la ha visto, please que me comente que tal y si merece la pena enchufar el torrent.

Por lo demás, un mucho de cultura pop que permite a Hornby desplegar su cultura musical de crítico de medio pelo con buen gusto, una pizca de happy ending y un mucho de humanidad que te llega hondo a veces y que a la vez te ayuda a partirte de risa. Juntos, constituyen un gran digestivo en el que, gracias al Santísimo, nadie muerde a nadie. No es Alta Fidelidad, pero se queda muy muy cerquita.

By the way, acabo de leer también Fever Pitch y How to be good, del mismo autor. Pronto los posts, pero de momento mi clasificación de todo lo que he tenido oportunidad de leer suyo, de más a menos recomendable según mi siempre de fiar opinión:

1. A long way down
2. High Fidelity
3. About a boy
4. Fever Pitch
5. How to be good
6. Slam

Cualquiera de ellos muy recomendable, no obstante.

lunes, 16 de febrero de 2009

Twilight, Stephenie Meyer

Me la han colado, los capitalistas son muy malos, que diría el Gran Wyoming. Pero a base de bien.

Que el consumo de ocio a día de hoy se construye a base de campañas de marketing desmesuradas y falsas es algo que a nadie debiera de asustar, y a mí, desde luego, no me asusta, todo lo contrario: me suena a música celestial. Siempre que me preguntan, por ejemplo, me reafirmo en que a mi me gusta el cine palomitero, el de pensar poco y disfrutar mucho. No pasa nada porque la película no deje poso y se olvide nada más salir del cine, siempre y cuando uno se lo haya pasado teta. De hecho, y, aunque en ocasiones pueda disfrutar de una película algo más compleja, si a priori me dejan elegir desde luego prefiero a Spiderman antes que a Bergman. Maneras de vivir.

Ahora bien, como dicen aquí en Inglaterra, enough is enough. Todas y cada una de las estanterías de todas y cada una de las librerías lucen bien vistosas con tres o cuatro de los libros de la señorita Meyer en el top 10, con comentarios que hablan del Nuevo Harry Potter o de la nueva Anne Rice, o qué se yo, del nuevo algo. Como uno es bastante canelo y crédulo, finalmente decide que su instinto seguramente esté equivocado, que no puede ser, y que, en definitiva, no puede dejar pasar este nuevo hito de la cultura pop occidental. Faltaría más, a ver de qué hablamos luego en los círculos artísticos, ¿no? Y como además aquí al pardillo que escribe la fantasía y el terror siempre le han gustado en cualquiera de sus formatos, es sencillamente lógico llegar a la conclusión de que antes o después uno acaba entrando en Amazon y pulsando clic donde no debe. Luego nos llevamos las manos a la cabeza, claro.

¿Cómo resumir el libro en dos palabras? Un coñazo. ¿En tres mejor? Un soberano coñazo. Y una cursilada. Y un insulto para la inteligencia del lector. Y que no me venga nadie con aquello de que se trata de una novela para “jovenes adultos”, que no me la cuelan. Tambien es para “jovenes adultos” Slam, de Hornby, o Harry Potter, o que se yo, tantos y tantos libros, habidos y por haber. Y no son infames con i de infames.

Mi indignacion tiene diversos motivos o razones, a saber:

a) Me engañan vilmente con la temática del libro. Me dicen en la contraportada que es una novela de vampiros y de terror, emplazada en un instituto de secundaria. Mentira cochina. Es una novela de adolescentes enamorados y estupidizados, a lo Danielle Steeele, pero con la XXXX portada en negro. No hay terror en ningún sitio, se busque por donde se busque. Ni misterio. Ni fantasía. Ni na de na. Por no haber no hay ni pipas ni palomitas.

b) Al ser versión original y no traducción, no le podemos echar la culpa al mensajero. Así que puedo decir sin ambajes que la forma de escribir de Meyer es simple, previsible y aburrida como una ostra. Ni sabe generar un ambiente de suspense, ni sabe hacer que te sientas identificado con los personajes (lo cual seria por otro lado difícil, dado lo bobos que son), ni, y van dos, na de na.

c) Me dejan el libro semi concluso, obviamente poniéndome en bandeja la compra del segundo volumen. Y a tenor de las estanterías de las librerías y de sus Top 10, lo consiguen. Bien por ellos, conmigo que no cuenten. Me importa un carajo si la protagonista se hace vampiro en el segundo volumen o no, o si se tiene que poner compresas especiales para resistirse al bobo de su novio vampiro. Hasta soez le hacen ponerse a uno, estos chorizos.

Por lo que he tenido oportunidad de leer, la película es aún peor que el libro, lo cual no me sorprende. Coge a cuatro actores buenorros y buenorras, crea un guión infame basado en una novela infame, y como resultado tienes a una sarta de adolescentes que tienen que acompañar a sus respectivas novias al cine a suspirar por un sarasa con polvos de arroz. Menos mal que me ha pillado crecidito, digo yo. Por lo menos el sucedáneo no me lo colaron.

¿Lo mejor del libro? Que no es muy largo, y que me salió razonablemente barato al comprarlo por Amazon de segunda mano (al menos los perpetradores de este timo no verán un duro mio, o, mejor dicho, no verán ni un duro de mas). Y que se lee muy rápido, de lo simplote que es. Y que al ser tan malo no te deja ningún lugar a dudas sobre si tienes que leer la segunda parte o no.

Desde el Codigo Da Vinci no me la clavaban igual, la verdad. En aquella ocasión quedé tan tocado que dejé de leer novelas de Templarios y confabulaciones judeomasonicas, que por aquella época me gustaban bastante. No se si esto es también el principio del fin de mi gusto por la literatura fantástica. Por si las moscas, me he comprado tres libritos de Hornby para desintoxicarme. A ver si lo consigo.

martes, 20 de enero de 2009

A Wild Sheep Chase, Haruki Murakami

Este post refiere a uno de los libros mas surrealistas que tengo conciencia de haber leído, y, aunque mi memoria no sea la de un opositor a notario, he de decir en mi defensa que recuerdo unos cuantos. Pero ninguno semejante a este.

Trato de resumir el argumento, y hago el énfasis en el “trato”. Existe en el mundo un ente que toma forma de oveja y cuenta con grandes poderes sobrenaturales entre los que cabe destacar la curiosa capacidad de poseer a personas en el mundo y utilizarlas a su antojo para generar un Nuevo Orden mundial. El protagonista del libro, que como no podría ser de otra manera es un joven de lo mas “Murakamiano” posible, es forzado por parte de una oscura corporación (al estilo de la gran Rernraku de CyberPunk) a emprenderse a la caza de la dichosa oveja, vista por última vez en unas montañas dejadas de la mano de Dios en un lugar por determinar de Japón. No está mal para empezar, desde luego. Añádase a esto una de esas mujeres fascinantes y con un halo de misterio y de fuerza, tan fuera de lugar en el mundo real como pausible en el impreso, y tenemos definido el marco para otras doscientas y pico paginas de disfrute a cargo del autor japonés más internacional del momento.

De nuevo, no me parece esta una novela a la altura de sus tres grandes obras hasta ahora (Tokyo Blues, Cronica del Pajaro que da Cuerda al Mundo y Kafka en la Orilla). Sí me parece, sin embargo, mejor escrita y mas entretenida que After Dark, comentada hace unas cuantas entradas. Sobre todo mejor escrita. De hecho, probablemente sea la obra mas poética en el sentido cursi de la palabra que he leído del autor: las descripciones de algunos personajes o del pueblo perdido en la montaña y de la historia de sus habitantes alcanzan un grado de lirismo elevado, incluso en su traducción al ingles. Siendo un poco simples, y quizá precisamente por ello precisos, podríamos decir que se trata de una novela sencillamente bonita.

Temas típicos de Murakami como el sexo más o menos explicito (más bien más, de hecho), el suicidio, animales que hablan, piensan y se comportan como personas (y en este caso, sorpresa, personas que hablan y piensan como animales), o incluso el divorcio del personaje principal, se repiten todos ellos aquí, una vez mas. También la búsqueda existencial de un personaje de algo que su vida cotidiana no le satisface adecuadamente, si bien en este caso se trata de una búsqueda más o menos forzada por las circunstancias. En resumidas cuentas, las mismas piezas de siempre aunque encajadas de forma distinta, con un nuevo giro de tuerca más imaginativo y ocurrente aún que, en definitiva, dota a la novela de una originalidad gratamente sorprendente.

Al igual que After Dark, le pongo un pero. Creo que Murakami necesita unas pocas más páginas para desarrollar sus temas clásicos y entremezclarlos en una historia razonablemente compleja, como la que plantea aquí. Sólo así consigue que sus personajes se puedan entregara sus deliciosos diálogos y paranoias varias, y es en esas novelas largas en las que más se le disfruta. Me da la sensación de que en algunos casos las alas literarias de estas novelas más breves quedan ligeramente cortadas por el mero hecho de un menor desarrollo, algo así como un coitos interruptus literario.

En definitiva, este libro cuenta con todos los ingredientes para ser un nuevo Kafka en la Orilla, pero se queda a mitad de camino. Una lástima, quizá, pero de ninguna forma debiera considerarse esto como un defecto del libro. Ser no tan bueno no quiere decir ser malo, y, al menos en mi humilde opinión (valga la redundancia, ya que esto es un blog y se entiende que todo es en mi mas o menos humilde opinión) el libro merece cederle sin cortapisas una buena tarde de domingo.

sábado, 10 de enero de 2009

Slam, Nick Hornby

Sí, ya lo sé, este blog parece un monográfico de dos autores: Cormac McCarthy y Nick Hornby (y Murakami, por el que me últimamente también estoy apostando fuerte). Qué le vamos a hacer, si quedamos en que iba a escribir sobre los libros que leyese, y me ha dado ahora por leer estos, tampoco vamos a andar mintiendo a estas edades, ¿no?

Al grano. Slam, la ultima novela de Hornby, por favor no confundir la mas reciente en las librerías en España, que es “Un Gran Chico” (“About a boy”, en realidad, y por la canción “About a girl” de Nirvana, creo yo, pero ya sabemos cómo son los chicos de Anagrama) y que acabo de leer y que será próxima entrada. Slam no ha sido traducido aún, que yo sepa.

El caso es que en el Reino Unido h a sido anunciada como la primera novela para “jovenes adultos” del autor. Lo cual da a priori cierto pánico, pensé yo cuando la compré… aunque claro, el 3X2 del Waterstones es lo que tiene, que no siempre se acaba llevando uno a casa lo que mejor pinta tiene, sino lo que le regalan. Viva la cultura y el gusto exquisito, que diría aquel.

Falsa alarma, en cualquier caso. Se trata de otro libro muy, muy entretenido, y lo de novela para “jóvenes adultos” puede perfectamente ser interpretado como “novela protagonizada por jóvenes adultos, pero no necesariamente escrita para ellos”. O algo parecido. El argumento, a grandes rasgos, es el siguiente: un adolescente cuya única pasión real es el monopatín conoce a su primera novia y, por el mismo precio, la deja embarazada. Resultado de lo cual la cosa se complica, claro, porque si las cosas no se complicasen, no tendríamos un libro de doscientas paginas. O tendríamos un libro de doscientas páginas que seria infinitamente aburrido, lo cual seria incluso mucho peor que no tenerlo. Véase desde el punto de vista que se vea, el caso es que bajo una premisa tan sencilla, más propia de una película de Antena 3 un sábado por la tarde que de una obra de arte, el autor se acerca mucho más a ésta que a aquella.

¿Cómo lo hace? Fácil, repitiendo los mismos patrones a los que ya nos tiene ya sobradamente acostumbrados: personajes chispeantes, relato en primera persona por parte del protagonista principal, el norte de Londres como telón de fondo (los hechos discurren en un barrio que prácticamente linda con el mío), y, sobre todo, unos diálogos repletos de frescura e ingenio.

Tampoco nos vayamos a confundir, comparado con las dos entradas en el blog del mismo autor este es el más flojo de los tres. No el peor por mucha diferencia, pero el peor al fin y al cabo. Los motivos, fundamentalmente dos: primero, que al focalizarse en el mundo adolescente y en personajes tan adolescentes, las píldoras de cultura contemporánea que tanto le gusta a Hornby difuminar (mísica pop, cine, fútbol, etc etc) quedan de alguna forma un poco edulcoradas y pierden sentido y contexto. Y segundo, que la faceta sobrenatural en forma de viajes en el tiempo o de Tony Hawks hablando al protagonista desde un póster, pues la verdad, para que nos vamos a engañar: en un libro como este no pegan ni con cola y podrían haber sido evitadas sin problema alguno. Vamos, que nadie es perfecto, ni siquiera el vecino Nick.

Respecto al estilo y a potenciales (y aun inexistentes) traducciones al castellano, pues coge usted, se va a la anterior entrada del autor, y se copia y pega lo que allí ponga, porque aplica a la perfección. Hornby no es un autor que innove maravillas en cada libro, ni muchísimo menos (de hecho, la feliz idea de meter un poco de ciencia ficción o surrealismo en forma de skater en este le sale por la culata), y que siga así muchos años, porque de autores innovadores y mediocres está el mundo lleno.

Sólo una cosa más. Me resulta muy curioso que en todos los libros del autor haya alguna mujer que defina tanto los actos como la personalidad del protagonista principal. Sea su mujer, su novia, o, en este caso, su madre. Aunque en ocasiones pueda parecer que el autor sea algo misógino en sus personajes, mi opinión es que todo lo contrario, ya que lo que creo que hace en todo momento habla de lo que conoce bien, que es a sí mismo, porque hablando de lo que conoce bien escribe textos mas interesantes y, por tanto, mejores, y vende más y se forra. Lo cual no impide bajo ningún concepto que transmita la forma en la que sus personajes (y, de nuevo, él mismo) se relacionan con las mujeres importantes en su vida, para lo cual dota de notable relevancia a estos “segundos protagonistas”. Resumiendo, que el personaje de la madre es clave en el discurrir de la novela, definiendo al adolescente por la forma en la que se relaciona con él, que creo que estoy algo espeso. De hecho, empiezo a pensar que aquí lo propio sería buscar por internet cuatro o cinco criticas y fusilar algo sobre la trascendencia del autor y la psicologia del mismo y cuatro paparruchas del estilo, a ver si así subimos un poquito el ranking en google. Pero como tengo cosas ligeramente más interesantes que hacer (de hecho, tengo cosas mas interesantes que hacer que escribir la entrada tal cual esta), pues casi que no.

Buenas tardes.

jueves, 8 de enero de 2009

Alter Dark, Haruki Murakami

Haruki Murakami es un crack. O como he leído por ahí, el nuevo Kafka del siglo XXI, así, por la patilla, sin exagerar ni un pelo. Tras haber literalmente devorado algunos de sus clásicos (Kafka en la Orilla, Tokio Blues o Crónica del Pájaro que da cuerda al mundo), me he lanzado recientemente a por algunos ligeramente menos conocidos.

El primero de ellos ha sido Alter Dark.

Mi impresión: muy bueno, aunque no tanto como los otros tres (para mi, a cual mas genial). Se trata de un relato razonablemente corto (unas doscientas paginas) hilado en torno al transcurrir de una noche una adolescente japonesa y sus circunstancias, conformando estas últimas su hermana, sumida en un extraño sueño perenne, un antiguo compañero de clase que ensaya en un local por las noches con su saxo, o las peripecias que tienen lugar en un burdel o en la oficina de uno de sus clientes. Todo ello muy al estilo Murakami, esto es, hilando tranquilamente algo muy sencillo, con unos personajes muy sinceros, tanto en si mismos como en la forma en que son construidos, y todo aderezado con unas cuantas situaciones inverosímiles que sin embargo, cosas de la vida y de la forma que son contadas, parecen lo mas natural del mundo, cosa de salir de casa, comprar el pan y recoger el cambio.

La estructura es bastante sencilla: en cada capitulo se narra, según va a avanzando la noche de forma progresiva, los distintos acontecimientos que transcurren en la misma desde el punto de vista de un personaje distinto. Se trata por tanto de una estructura similar a la de Kafka en la Orilla, aunque en lugar de ser una narración llamemos bipolar (nos ponemos en modo snob, parece) que converge en el ultimo capítulo, lo que aquí tenemos es mas bien una descripción circular de una noche en la que, desde la perspectiva de distintos personajes, una situación en penumbra poco a poco va apartando ramas y hojas, dejando pasar la luz y cobrando sentido según el lector de turno decide que merece la pena pasar una página más.

Lo mejor del libro, a mi humilde entender, es el primer capitulo y todos los momentos que pasan la protagonista y el aprendiz de músico juntos. Los diálogos son sencillamente irrepetibles, llamando la atención cómo con cuatro pinceladas se puede esbozar de forma nítida el tono que define ese pequeño trozo de lienzo que es cada personaje. Como siempre en Murakami, la tensión sexual (sí, sexual, guarrete) es patente en todo momento y, aunque para variar en este libro no hay ninguna relación sexual (llámese polvo, llámese hacer el amor) de esas tan explicitas que le caracterizan la sensacion de que algo intenso esta teniendo lugar entre los dos chavales es patente en todo momento. Tampoco hace acto de presencia ningún suicidio, otra de los clásicos del autor y de, por que no decirlo, la cultura japonesa en su conjunto.

Por contra, los capítulos en los que la perspectiva analizada es la de la hermana en coma son los menos interesantes en mi opinión, y, aunque Murakami trata de dotarlos de una aureola de misterio y de cierta oscuridad, susto susto, lo cierto es que no lo consigue. Lo único que logra es interrumpir una historia que por otro lado es lo suficientemente interesante por sí sola como para necesitar de toda la metafísica que rodea a la hermanita de marras. Aunque claro, sin un poquito de misterio, elementos sobrenaturales o enfermedades exóticas, Murakami no seria Murakami, ¿no?

Respecto a la traducción, y a diferencia que la mayoría de las otras entradas en el blog, en este caso la obra original esta escrita en japonés y, por tanto cabe comparar las traducciones al castellano que he leído con anterioridad de sus otras obras y ésta al ingles. Definitivamente me quedo con el traductor castellano/español (seamos políticamente correctos y, válgame Dios, correctas), no se por que me da la impresión de que el estilo cortante de Murakami llama mas la atención, por definirlo de una forma un tanto burda, al ser traducido en una lengua de natural fluido y constante, como es el español, que cuando lo encontramos en una lengua más bien cortante como es el inglés. En cualquier caso, lo cortés no impide lo valiente, y estoy convencido de que se puede disfrutar a la perfección en cualquiera de sus dos versiones. Como si la lee usted en gallego, vamos.

Resumiendo, un libro sin lógica ninguna, aunque con algo mas de lógica que otros del autor (salvo Tokyo Blues). Y, de nuevo, es precisamente en esa carencia de lógica o sentido común donde radica su encanto. No lo recomiendo como primera aproximación al autor, ya que creo que cualquiera de los tres que enuncio al principio de la entrada son mejores obras y, desde luego, mas apetitosas. Pero si sois un fan de novelas mitad surrealistas mitad “realismo mágico” (signifique lo que signifique), y si agotasteis la, por otro lado breve, obra de Kafka ya, probablemente este libro os haga pasar un muy buen rato. A mi, desde luego, me lo hizo pasar.